Paredones, en la región de O’Higgins, es una localidad en medio de cerros y quebradas. Por su geografía, la conectividad es complicada y desde el inicio de la pandemia los establecimientos municipalizados sabían que sería difícil llegar a la totalidad de sus estudiantes con una modalidad de clases online. Innovar se convirtió en un desafío y en la comunidad surgió la estrategia de usar el transporte escolar de la comuna para, a través de sus furgones y con todos los resguardos sanitarios, visitar a los niños y niñas y hacerles llegar los insumos y materiales semanalmente, con el objetivo de que sus aprendizajes no se vieran interrumpidos en tiempos de crisis.
“Para nuestra comunidad ha sido un período muy estresante”, advierte Beatriz González, coordinadora de Educación Parvularia de Paredones. “La pandemia ha generado miedo e incertidumbre, pero también significó un bloqueo al comienzo: en marzo fue difícil asimilar nuestra labor y cumplir a cabalidad con los turnos éticos. Hoy sentimos que estamos desgastados por el cansancio y el agobio que ha significado el trabajo de estos meses”.
Paredones cuenta con 14 establecimientos municipales y la población de la comuna se distribuye en pequeños villorrios. Muchas de las escuelas se encuentran alejadas de los hogares, un porcentaje importante de los paredoninos trabaja de manera itinerante en otros sectores e, incluso, gran parte del equipo docente reside lejos de la localidad.
“Aunque estar en nuestras casas ha sido una gran oportunidad para acercarnos a los aprendizajes de nuestros hijos, lo más complicado para los niños y niñas ha sido el confinamiento”, dice Carlos Núñez, apoderado de prekínder de la Escuela Albertina Valenzuela. “Estos años son muy importantes para ellos”, agrega, “porque en esta etapa absorben todo, aprenden muy rápido, y no tener contacto permanente con la escuela y sus compañeros les ha afectado un montón”.
“Desde el inicio”, comenta Beatriz González, “para las educadoras fue dificultoso desarrollar el acompañamiento a sus estudiantes, con turnos éticos presenciales que no todas podían realizar e, incluso, con serios problemas para implementarlos de manera online o remota, por la mala calidad de la señal de internet”.
“Todo el mundo trabaja con internet”, advierte Antonieta Vidal, educadora de prekínder de la Escuela Villa San Pedro, “pero acá todo es montaña, la conexión es mucho más difícil, además, muy pocos apoderados están familiarizados con la tecnología, ni tampoco cuentan con los dispositivos o el tiempo que requiere apoyar adecuadamente a los niños y niñas más pequeños”.
Vanesa Pérez también es educadora, imparte clases en los niveles iniciales de la Escuela Albertina Valenzuela, y relata que lo más arduo fue descubrir las herramientas para enfrentar la distancia con las familias, dadas las condiciones de Paredones y cómo la pandemia y el confinamiento estaba afectando a su comunidad.
“Nuestra escuela se ha encontrado con apoderadas y apoderados que emocionalmente no están muy bien y algunos han tenido que dejar de trabajar para cuidar a sus hijos, pero también para no contagiarse y propagar la enfermedad en sus familias”, dice la educadora.
“De la noche a la mañana, una pasó a ser mamá, profesora, trabajadora y dueña de casa: ¡Todo!”, advierte Hayde Herrera, apoderada de prekínder de la Escuela Villa San Pedro, quien vio profundamente alteradas las rutinas de su familia. “Nadie estaba preparado para estar simultáneamente preocupados de la casa, del trabajo y de la educación de los niños. Tuvimos que armar una nueva rutina y adaptarse fue muy estresante”.
Lo anterior, añade la educadora Vanesa Pérez, fue una motivación extra en la búsqueda de nuevas estrategias que fueran prácticas, fáciles de aplicar y que efectivamente ayudaran a la comunidad.
Al inicio de la pandemia, los niveles parvularios de ambos establecimientos comenzaron una modalidad de enseñanza remota que con- templó, por una parte, la entrega de materiales impresos y guías de trabajo que las familias retiraban en la escuela, pero que además incluyó la grabación de breves cápsulas que las educadoras se han encargado de compartir vía
WhatsApp, aplicación que también se convirtió en el medio principal de comunicación para las comunidades.
Paralelamente, las escuelas realizaron un registro sobre cuáles eran las condiciones reales respecto a los aparatos tecnológicos con los que contaban las familias y la conectividad a internet de cada una, consulta que no solo arrojó la imposibilidad de implementar una modalidad online o clases a través de videollamadas, sino la urgencia de innovar.
“Cuando se decretó la cuarentena y las familias ya no pudieron acercarse a la escuela para retirar el material o solucionar dudas, como equipo nos vimos en la obligación de buscar estrategias para llegar al mayor número de nuestros estudiantes”, dice la educadora Antonieta Vidal.
“En Paredones tenemos furgones escolares licitados y otros que ha dispuesto el Ministerio de Educación”, señala Beatriz González. “Nuestra premisa fue que ningún estudiante podía quedar sin atención y coordinamos con los establecimientos que, cada vez que lo necesitaran, los transportistas se acercaran a las casas con las educadoras para realizar visitas y gestionar la entrega del material que cada escuela preparaba para sus niños y niñas, pero también las canastas Junaeb”.
“El furgón realiza el reparto de guías y cuadernos, pero en nuestra escuela, además, asumiendo todos los resguardos sanitarios y considerando que mi prekínder es solo de seis estudiantes, surgió la idea de visitar semanalmente los hogares y apoyar a las familias en sus actividades”, narra Antonieta Vidal. “¡No podíamos quedarnos en nuestras casas sabiendo que nuestros niños y niñas necesitaban acompañamiento!”.
“En un principio, trabajábamos con guías que enviábamos por WhatsApp, pero el problema fue que los apoderados no podían imprimirlas”, dice la educadora Vanesa Pérez. “Y allí surgió la idea de las Bolsitas Viajeras. En ellas, semanalmente, se incluyen los materiales de las diferentes asignaturas, los textos escolares o alguna información relevante para cada estudiante”.
“Para nosotros han sido fundamentales las visitas de las educadoras”, advierte la apoderada Hayde Herrera. “La mayoría de las veces, los padres estamos en condiciones de ayudar a nuestros hijos en sus actividades, pero nunca podremos acompañarlos como lo hacen nuestras educadoras. Cada viernes viene la tía Antonieta, trabaja dos horas con Lucas y se da el tiempo para explicarnos todo lo que necesitamos saber”.
“La Bolsita Viajera ha sido muy importante”, advierte el apoderado Carlos Núñez. “No solo porque los viernes trae y se lleva el material que realizamos cada semana, sino porque además es una forma de que la escuela esté siempre presente. Nos ha servido para reforzar nuestras rutinas, Carlitos ya sabe que en la Bolsita vienen sus tareas, la espera con ansias, y sin ella se perdería la conexión con su escuela y sus compañeros”.
Esta iniciativa es parte del documento “Educación Inicial: 6 Innovaciones en tiempos de Covid-19” que puedes descargar completo en este link https://bit.ly/3eokQoC