El Colegio San José tiene una matrícula de 106 estudiantes de prekínder a octavo y se ubica en la precordillera de San Fernando, VI región. El prekínder lo conforman 21 niños y niñas, quienes al inicio de la pandemia vieron interrumpidos sus aprendizajes por los contextos familiares, el poco tiempo y el trabajo de sus padres, razón por la cual han debido quedar al cuidado de abuelos o hermanos, quienes muchas veces no cuentan con las herramientas para acompañarlos. El colegio detectó esta situación e implementó Padres Tutores, una iniciativa que, gracias a la colaboración entre docentes y apoderados, ha beneficiado a las y los estudiantes que más han requerido apoyo en la crisis.
“Para nuestra escuela este período ha sido un proceso impactante”, sostiene Ernestina Riquelme, directora del establecimiento. “Sobre todo por el desgaste que ha significado contener a nuestros estudiantes, apoderados, pero también a nuestros equipos”.
Danae Albornoz es tutora de su primo, que cursa prekínder en el Colegio San José, pero además es apoderada de su hija que asiste a primero básico y ayuda a su hermano que va en cuarto. Su primo vive con sus abuelos, los padres de Danae, pero ella debe apoyar- los porque son de edad avanzada: “Ha sido duro adaptarse a la suspensión de las clases presenciales y ha complicado la organización de mi familia, sobre todo por mis padres que están al cuidado de mi primo y mi hermano menor y no están familiarizados con la tecnología”.
“Nadie estaba preparado para enfrentar una pandemia”, relata Victoria Galaz, técnico en párvulos de la escuela.
Desde un comienzo, cuenta Ernestina Riquelme, entendieron que implementar una modalidad de enseñanza online no estaba dentro de las posibilidades del establecimiento: “Teníamos muy claro que, dado el nivel sociocultural y económico de nuestros padres y apoderados, pero además por las características geográficas de nuestra localidad, no íbamos a poder trabajar a distancia vía internet”.
Luego de la suspensión de las clases presenciales, la escuela comenzó a planificar y enviar material vía WhatsApp, pero rápidamente se dieron cuenta de que, si bien la aplicación era el medio principal de conexión con las y los apoderados de los niveles iniciales, no se traducía en que los niños y niñas tuvieran acceso a las actividades que por allí se enviaban.
“WhatsApp nos ha servido para mantenernos conectados con las familias”, asegura Victoria Galaz, “pero cuando empezamos a enviar las guías, entendimos que un gran número de apoderados no tenía internet permanentemente en el teléfono, que solo lo recargaban de vez en cuando o, como algunos padres se encontraban con el teléfono fuera de la casa trabajando, los niños no siempre recibían las actividades”.
“Descargar las guías requería que los apoderados contaran con internet o saldo en el teléfono”, dice la directora del Colegio San José, “y, obviamente, eso comenzó a significar un gasto que las familias no podían solventar”.
“Fue un problema porque algunos apoderados y apoderadas, por el confinamiento, además no salían a recargar sus teléfonos y les perdíamos la pista. Tuvimos que hacer un seguimiento para ver qué pasaba con ellos y agotar todos los medios para contactarlos”, agrega Victoria Galaz.
El establecimiento decidió, entonces, implementar una segunda etapa, la que contempló la visita del equipo educativo a los hogares cada 15 días, tomando todos los resguardos sanitarios, para entregarles material y realizar acompañamiento.
Por su parte, esta estrategia se complementó con la grabación de cápsulas que las educadoras comenzaron a enviar a sus estudiantes, con el objetivo de no perder el nexo con aquellos que aún no lograban contactar:
“Comenzamos grabando pequeñas presentaciones y tips para nuestros estudiantes, con el fin de que no perdieran, al menos, el contacto visual con nosotras”, dice Victoria Galaz. “Luego, seguimos con la grabación de cuentos, donde utilizamos herramientas de ‘UBC’: contar dos veces el libro con las estrategias resumir y predecir, mientras que María, la otra educadora, se encargaba de diseñar la cápsula para vocabulario y escritura emergente”.
Si bien las visitas del equipo docente y el diseño de cápsulas comenzaban a dar resultados e incrementar el envío de evidencia de las y los estudiantes, sentían que una visita cada dos semanas no era suficiente: “Nos dimos cuenta de que el acompañamiento diario para los más pequeños era esencial y, dado que muchas veces la escolaridad de nuestros padres no permite que ayuden a sus hijos en el ámbito educativo de manera adecuada, comenzamos a trabajar colaborativamente con apoderados y apoderadas que estaban en condiciones de ser un apoyo diario para esos niños y niñas”.
“Empezamos con 5 apoderados para prekínder y kínder”, señala Victoria Galaz. “El objetivo fue que, según la cercanía donde vivieran los niños y niñas, los Padres Tutores pudieran realizar una pequeña visita diaria para ayudarlos en las actividades, no perder la conexión con las familias a las que no podíamos llegar y recolectar la evidencia del trabajo que realizaban”.
“Para apoyar a mi primo y a mi hermano, por un lado, ha sido muy importante replicar la rutina en base a juegos que había implementa- do con mi hija”, dice Danae Albornoz, “pero además las grabaciones con los tips que nos enviaban desde el colegio ha sido una hoja de ruta durante este proceso”.
“Padres Tutores ha sido fundamental”, señala la directora Ernestina Pérez, “del 40% de respuesta que teníamos de los niños y niñas en mayo, hoy el envío de evidencias está cercano al 90%. Sin duda, es una iniciativa que une a la comunidad y queremos seguir desarrollándola”.
Esta iniciativa es parte del documento “Educación Inicial: 6 Innovaciones en tiempos de Covid-19” que puedes descargar completo en este link https://bit.ly/3eokQoC